Kagurazaka: el pequeño Kioto dentro de Tokio

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El barrio de Kagurazaka (神楽坂) estuvo una vez en el borde del castillo Edo -más conocido ahora como Palacio Imperial.

En esa época, el castillo era considerado el más grande del mundo: ocupaba un perímetro de 16 km, incluyendo jardines y palacios. Tras un incendio que acabó con la mayor parte de los edificios de la estructura original, el tamaño del palacio se redujo drásticamente, aunque Tokio sigue conservando nombres que evocan puertas y explanadas del antiguo castillo.

La historia de Kagurazaka

El barrio de Kagurazaka se benefició de su ubicación privilegiada bordeando al castillo para convertirse en hanamachi, que significa “distrito de geishas”. Se mantuvo como tal durante la era Meiji, cuando se realizaban mercadillos nocturnos en el templo de Bishamonten (situado en el corazón de Kagurazaka), y las representaciones callejeras atraían a miles de habitantes de la ciudad.

Según datos de 2005, en Kagurazaka a día de hoy hay 34 geishas y 9 ryōtei (料亭) que son una clase de restaurante s tradicionales de Japón que se caracterizan por un cuidadoso trato al cliente y en los que las geishas son contratadas para asistir a fiestas y encuentros. Antes del gran terremoto de Kantō que golpeó Tokio en 1923, hubo hasta 150 ryōtei y alrededor de 600 geishas. Después, entre incendios, terremotos y bombardeos de la segunda guerra mundial, el barrio fue perdiendo afluencia aunque siempre ha conservado encarecidamente su esencia tradicional.

Actualmente, debido a la cercanía que existe entre Kagurazaka, el Instituto Franco-Japonés y el liceo francés de Tokio, hay una presencia significativa de expatriados franceses viviendo allí. Como consecuencia, tiene la concentración más grande de Tokio de restaurantes franceses, panaderías y tiendas de queso. El resultado de este fenómeno social es que en el barrio conviven influencias francesas y tradiciones japonesas creando una atmósfera muy especial.

En el caso de que ya os hayamos convencido para visitarlo, desde Go! Go! Nihon os dejamos todas las indicaciones sobre cómo llegar, qué templos visitar y qué aspecto tienen algunos de sus históricos restaurantes.

Cómo llegar y qué visitar

Las paradas de metro más cercanas al barrio son Kagurazaka Station (Tozai Line) y Iidabashi Station, situada a unos 400 metros, por la que pasan la Chūō-Sōbu Line, y en cuanto a líneas de metro pasan la Tōzai Line, Yūrakuchō Line, Namboku Line y Ōedo Line. Una vez llegados allí, debido a la estrechez de sus calles y a los escalones que albergan algunas de ellas, es mejor ir caminando.

En el barrio de Kagurazaka hay dos templos importantes: Bishamonten Zenkokuji, situado en la calle principal, y Akagi Shrine, que está un poco más escondido, entre sus callejuelas.

Ambos templos han sido reformados: en el caso de Bishamonten Zenkokuji fue porque un bombardeo en la segunda guerra mundial lo destruyó y en el caso del Akagi Shrine fue remodelado debido a la austeridad que aparentaba en un barrio que había ido adquiriendo un aspecto cada vez más cuidado. El primero fue construido para honrar al dios Bishamonten y el segundo es el hogar del espíritu guardián de Kagurazaka.

La calle principal de Kagurazaka está llena de pequeños negocios japoneses, muchos de ellos artesanales. Entre esas tiendas se cuelan calles estrechas que nos recuerdan a Kioto y nos redirigen hacia otros puntos del barrio.

Además de establecimientos tradicionales como los ryōtei, también hay baños públicos que conservan su aspecto antiguo. En la zona también abundan las editoriales: Kagurazaka ha servido de inspiración para muchos escritores y artistas, propiciando que el negocio de las artes literarias se trasladara a esta parte de la ciudad.

Un itinerario completo por el barrio podría ser el siguiente: pasear primero entre las estrechas calles, comer en un ryōtei, probar alguno de los productos artesanales que venden tales como tortitas de arroz o dulces caseros, visitar los templos, probar también uno de los deliciosos quesos de las innumerables tiendas francesas que hay y para terminar disfrutar de un baño en un antiguo sentō -baño público japonés-.

Además del encanto habitual, en los meses de julio y septiembre, el barrio de Kagurazaka adquiere especial notoriedad porque celebra diferentes matsuri (祭) que por unos segundos nos trasladan al Japón de otra era.

¡No os perdáis nuestro próximo post sobre la vida en Japón en el blog de Go! Go! Nihon!

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