Breve recorrido por el mundo de la geisha japonesa

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Tras 400 años de tradición, a día de hoy existen aproximadamente 1.000 geishas que ejercen como tal. Caracterizadas por su maquillaje, peinado, vestimenta y comportamiento, son consideradas uno de los símbolos más emblemáticos del país nipón.

A pesar de que hay películas y libros muy conocidos que han recreado cómo creen que era la vida de la geisha, desde Go! Go! Nihon nos hemos propuesto hacer una radiografía completa de este grupo de artistas que protege y mantiene las artes antiguas japonesas. En el post de hoy os contamos de dónde viene la palabra geisha, cómo nacieron, cómo son sus aprendices y en qué situación se encuentran actualmente. ¡Empezamos!

Geisha por la calle

El concepto de geisha en la historia

El término geisha proviene de dos kanjis distintos: 芸者. El primero se lee como “Gei”, que significa arte o habilidad. El segundo se lee como “Sha” y significa persona. Ambos kanjis juntos se interpretan como persona que se dedica a las artes o que es habilidosa. Podría traducirse también como “artista.

El origen de la geisha en Japón se remonta a la era Edo, que empezó en 1603 y se caracterizó por ser el comienzo del período imperial. En esa época, la sociedad recurría a entretenimientos sociales tales como el kabuki (teatro tradicional japonés) o las cortesanas en busca de diversión. La figura de las cortesanas comenzó en un principio como mujeres que tenían amplios conocimientos artísticos y, además, ofrecían favores sexuales. Los servicios que ofrecían suponían una cifra económica elevada y los clientes, a lo largo del tiempo, fueron renunciando a las cortesanas más cultas y visitando cada vez más a aquellas que realizaban rituales más cortos, ya que el precio de sus servicios se veía reducido.

De esta forma, la cultura de las cortesanas fue extinguiéndose y se fue aproximando más al concepto de prostitución. Quedó libre un nicho de mercado: el de personas (ya fueran hombres o mujeres) con dotes culturales que animaran un evento o una fiesta. Fue entonces cuando aparecieron las geishas.

La primera geisha japonesa tal y como ahora las conocemos data de 1750. Con el paso de los años iría desapareciendo la figura del hombre como animador y fue cada vez más definitiva la presencia de la mujer.

Una vez extendido el oficio de geisha, aparecieron el kenban y los okiya. El primero es una especie de “sindicato para las geishas” aún vigente a día de hoy, un sistema oficial que regula todo lo que concierne a las geishas: desde contratar sus servicios a determinar quiénes forman parte de este colectivo. El segundo era el hogar donde las educaban y vivían desde su juventud. Se hicieron especialmente populares cuando se convirtieron en una alternativa para las familias con menos recursos. Los padres que no podían mantener a sus hijas las enviaban a los okiya, generando una deuda hacia las dueñas de las mismas. La deuda se liquidaba a lo largo de los años, cuando las aprendices ya eran contratadas por clientes y estos pagaban por sus servicios.

Las aprendices a geisha: las maiko

La imagen que los occidentales asociamos normalmente a una geisha japonesa corresponde en realidad a las maiko ( 舞子) . Esto sucede porque las maiko están más expuestas (salen más a la calle, son más visibles) y son fotografiadas por extranjeros que difunden esas imágenes alegando que son geishas. Las maiko pueden pasar años enteros de aprendizaje, siempre en compañía de una geisha con más experiencia a la que se denomina onee-san, que en japonés significa “hermana mayor”.

Se distinguen de las geishas porque llevan un maquillaje más espeso, su kimono es más colorido y exuberante, y la prenda que llevan bajo el kimono – conocida como nagajuban – suele ser rojo con algún patrón blanco o rosa claro. Existen otras distinciones tales como el cuello del kimono (en el caso de las geishas es totalmente blanco y sin bordados), el peinado (las maiko llevan complementos más llamativos en el pelo) o el fajín que sujeta el kimono también conocido como obi .

Geisha en un taxi

La geisha en la actualidad

A día de hoy, la geisha es la figura que mantiene y protege el arte tradicional japonés. Gracias a ellas, el haiku (poesía japonesa), el shamisen (instrumento antiguo japonés), la danza tradicional o el uso del pequeño tambor de mano tsuō no se han perdido. Luchan por sobrevivir y por evitar que se pierda el valor de una cultura que ha acompañado al país durante siglos. Actualmente, aún existen barrios de geishas (denominados hanamachi), siendo los más famosos los de Kioto y Tokio.

Kyoko Aihara, escritora y estudiosa del mundo de las geishas, afirma que para conseguir que este colectivo perdure tiene que apartar el concepto de exclusividad y abrirse más al mundo. En su opinión, el futuro de la geisha es incierto e impredecible porque no depende de ellas, sino de la demanda que haya.

¡No os perdáis nuestro próximo post sobre vida en Japón en el blog de Go! Go! Nihon!

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