Astroboy y el origen del manga, el cómic japonés

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Manga (漫画), el cómic japonés, fue el término escogido por los japoneses para denominar sus historietas en papel, de la misma forma que los españoles hablarían de tebeos, los italianos de fumetti, los franceses de bande dessinée o los norteamericanos de comics. Tal fue el impacto del cómic japonés en occidente, especialmente a partir de los años 90, que consiguió crearse una propia identidad: las historietas niponas ya no eran tebeos japoneses, si no que se habían convertido en manga.

Origen del manga

Si bien es cierto que su origen, o primeras expresiones artísticas, se puede localizar en libros de dibujos del periodo Edo (1603 – 1867) de autores como Santou Kyouden o Hokusai, el cómic japonés empezó a gestar su propio estilo y técnicas narrativas durante la época de la ocupación norteamericana tras la Segunda Guerra Mundial. Los estadounidenses trajeron consigo sus tebeos y dibujos animados como las obras de Disney, tiras cómicas, historietas de Superman o piezas de animación de los hermanos Flesicher, como Betty Boop, Bimbo o Popeye.

Esta influencia americana fue fundamental para que los artistas nipones desarrollaran su propia identidad. Y una vez más, Osamu Tezuka – recordemos, dios del cómic japonés – tuvo mucho que decir.

El universal creador nacido en Osaka era un enamorado de la animación del estudio de Walt Disney y del cine en general. Fijándose en el séptimo arte, dotó a las viñetas de una complejidad narrativa inédita, no sólo en manga sino en el cómic universal. Sus viñetas desprendían movimiento, su estructura y colocación no eran baladí y, en definitiva, las historias ganaban en profundidad gracias a sus nuevas técnicas. Por otra parte, fue también el responsable de la estética de los personajes del cómic japonés que todavía perdura a día de hoy, de ojos grandes, cabezones, de peinado en punta y de figuras redondeadas.

El manga de Astroboy

En 1951 nacería su obra más universal, Astroboy ( 鉄腕アトム, Tetsuwan Atom ), conocido inicialmente como Atomutaishi (Embajador átomo). Como tantos otros cómic japoneses, Astroboy compartiría historias con otros personajes en una revista mensual, Shonen, pero fue tal el éxito del androide que los lectores solicitaron que protagonizara su propia serie regular.

Umataro Tenma es un ingeniero robótico que pierde a su hijo, un Geppetto moderno que da vida a Astroboy con tal de llenar ese vacío emocional. Como era de esperar, no lo consigue, y frustrado vende a su creación a Hamegg, dueño de un circo robótico. Tras una serie de aventuras y desventuras, Astroboy pasará a formar parte del Ministerio de la Ciencia para encontrar robots rebeldes y combatir cualquier posible amenaza contra la humanidad.

Al igual que Superman, Astroboy tiene un gran corazón y una voluntad de acero, detesta la violencia pero en muchas ocasiones no tiene más remedio que utilizar los láseres que salen de sus dedos, o el cañón de su brazo. Junto a estas habilidades, otras muy similares a las del héroe de Krypton, superaudición y la posibilidad de volar gracias al jet pack insertado en sus pies. Además, cuenta con ojos capaces de traducir hasta 60 idiomas y un supercerebro que le permite realizar rapidísimos cálculos.

Cómic japonés por 100 yenes

En Japón el manga es todavía una industria muy potente y un fenómeno de masas. En 2015 se recaudaron 283 billones de yenes – unos 218 billones de euros, si no calculo mal. Para que te hagas una idea del impacto económico, en 2016 se facturaron unos 60 millones en España con la venta de cómics en general.

Gracias a este éxito, se desarrolló un potente mercado de cómic japonés de segunda mano – potenciado por empresas como Book Off – que ofrecen la posibilidad a los consumidores de leer colecciones completas a precios de risa. Este tipo de librerías especializadas en libros y tebeos usados ofrecen una enorme selección de títulos desde 100 yenes – unos 80 céntimos de euro – y por si esto fuera poco, no ponen ningún impedimento a que sus pasillos se llenen de gorrones – digo esto con cariño, muchos de ellos son estudiantes – que leen volúmenes completos allí mismo. Los japoneses cuidan mucho sus manga, y salvo raras excepciones, el estado de conservación de estos ejemplares es óptimo, y el ahorro, considerable.

La citada Book Off, y otras tiendas como Furuhon Ichiba o Mandarake, ofrecen también lotes de colecciones terminadas a precio reducido, que salen un poco más caras que comprarlos uno a uno por 100 yenes, pero te evitan la molestia de buscar aquellos números que no están disponibles.

Ahora solo hace falta una fuerza de voluntad como la de Astroboy y estudiar bien el idioma.

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