Bonsái o el arte de cultivar árboles en Japón

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Japón es un país que, desde la antigüedad, se ha caracterizado por tener una sensibilidad especial por todo aquello que podemos considerar “arte”. La cerámica y el lacado, el kabuki (歌舞伎), bunraku (文楽) o (能) como máximos exponentes de la escenografía nipona, las pintura del mundo flotante ukiyo-e (浮世絵) o la ceremonia del té son solo algunas de las muchas disciplinas artísticas del país asiático.

En el artículo de hoy, desde Go! Go! Nihon, hablamos del arte del bonsái japonés (盆栽).

Orígenes del arte del bonsái japonés

La palabra japonesa bonsái se compone de las sílabas bon traducido como vasija, plato o tazón poco profundo y sai referido a un árbol o cualquier otra planta plantada. Etimológicamente, se atribuye su origen al término chino penzai, cuyo significado evoca al arte de cultivar plantas y árboles usando técnicas como el trasplante, la poda, el pinzado o el alambrado.

China es considerada la cuna del arte milenario del bonsái. Sus orígenes se remontan 2.000 años atrás, como objeto de culto para los monjes que abrazaban el taoísmo como religión. Para los fervientes seguidores de las ideas del filósofo Laozi, el árbol, símbolo de eternidad, significaba un nexo entre lo terrenal y lo divino, un puente entre el cielo y la tierra. A lo largo de varios siglos, el cuidado y posesión de los bonsáis se atribuyo, exclusivamente, a los nobles. Decían que aquellos quiénes consiguieran conservar un árbol dentro de una maceta, tendrían asegurada la vida eterna.

Así pues, los monjes se preocuparon de distribuir los bonsáis a lo largo de las escaleras de los templos e, incluso, les profesaban gran veneración.

Objetivo y clasificación del bonsái en Japón 

Posteriormente, la práctica horticultural china llegaría al archipiélago nipón desarrollada bajo biniaturizada y a la vez realista, una parte significativa de la naturaleza, como lo es el crecimiento de un árbol. El arte del bonsái japonés modela el tamaño y forma del árbol, para recrear la belleza del entorno natural donde estos se desarrollan. A medida que mengua el tamaño del bonsái, su representación se vuelve más abstracta alejándose de una representación precisa de la naturaleza.

La gran mayoría de los bonsáis no superan el metro de altura y, aunque las plantas de hojas pequeñas parecen adaptarse mejor a la práctica del bonsái japonés, la verdad es que cualquiera de tallo leñoso o tronco del que crecen ramas puede cultivarse en una maceta de reducido tamaño. Una baja capacidad para retener nutrientes y un hábitat donde las raíces vean limitado su desarrollo, serán clave para la formación de este árbol.

Tipos de bonsái

La clasificación de los bonsáis según su tamaño ha ayudado a incrementar la comprensión de sus aspectos botánicos y estéticos. En sus orígenes, dicha clasificación se basaba en el número de hombres necesarios para levantar el árbol clasificado. De este modo, podemos encontrar dentro del bonsái japonés el Keshitsubo (3-8 cm), Shito (5-10 cm), Mame (5-15 cm), Shohin (13-20 cm), Komono (15-25 cm), Katade-mochi (25-46 cm), Chumono/Chui (41-91 cm), Omono/Dai (76-122 cm), Hachi-uye (102-152cm) o el bonsái imperial (152-203 cm).

En la cultura japonesa, el Zen asegura que el estado de iluminación o satori, puede conseguirse mediante la práctica de las actividades diarias de la vida tradicional. La pintura, la ceremonia del té o la caligrafía son un ejemplo. Dichas artes, consideradas expresiones de espontaneidad, simplicidad o asimetría conforman los principios de la filosofía Zen que, a día de hoy, se ha difundido por todo el mundo occidental así como la afición por el bonsái japonés.

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